Hoy me levanté un poco tarde, me bañé y salí de mi casa como todas las mañanas. El frío que hacía resultó un obstáculo, y al sentirlo quise haberme quedado durmiendo, o al menos tener una bufanda.
Llegando a la parada del colectivo vi un bulto oscuro en la calle, justo al lado del cordón. Era un perro. Los autos le pasaban apenas a cinco centímetros. Me acerqué lentamente y algo triste, creyendo que seguramente estaría muerto, fijando mi vista en su panza para ver si respiraba. Estaba vivo. Un señor le pasó por al lado y lo ignoró por completo. Yo me quedé parado al lado del perro e intenté llamarlo para que se levante y se mueva de ahí, pero no respondía en lo absoluto. Me dí cuenta que estaba muy flaco. Miraba una y otra vez a ver si venía mi colectivo, y al final decidí agarrar al perro y arrastrarlo fuera de la calle. Cuando hice esto se paró, y quedó tambaleándose en el lugar sin moverse en lo absoluto. Después empezó a caminar débil y torpemente alejándose del lugar. Me puso muy mal. Lo ví dejarse caer en el pasto, y sabía que ese perro no se acostaba a dormir... se acostaba a morir. Quise hacer algo, ayudarlo, sacarlo de ahí, alimentarlo, LO QUE SEA. No tenía nada que pudiese hacer en ese instante, y empecé a considerar faltar al trabajo por este motivo... pero no pude y me fui pensando en ir a verlo a la vuelta. Pero lo más probable es que para entonces ya sea tarde... De hecho es muy probable que ya no hubiese nada que pudiera hacer en ese momento. No entiendo a la gente. ¿Cómo pueden pasar tan campantes todo el tiempo a un lado de cosas así y simplemente ignorarlas por completo?. Peor aún, vi que el perro estaba escupido.
Sé que si uno busca, se pueden encontrar razones para sonreír y estar bien... Pero a veces cuesta mucho, cuando uno se encuentra con estas cosas. Y te das cuenta de que no es un perro solo, son todos los perros de la calle. Y los gatos, y las personas también. Y todos pasan a un lado y lo ignoran, y son todos cómplices de tanta muerte. No sé, es algo que genera tanta impotencia. Porque sí, puedo alimentar a un perro, a un gato de la calle, pero no puedo cambiar nada a mayor escala que eso.
...
lunes, 27 de junio de 2011
viernes, 17 de junio de 2011
viernes, 10 de junio de 2011
Chaos
Es tan difícil. Siempre perseguidos por la abismal diferencia entre lo que queremos, y lo que podemos o no. Y está en mi naturaleza el nunca rendirse, el seguir luchando hasta que todo termine... pero simplemente me resulta imposible pasarle por encima a alguien para esto, no puedo luchar por algo si va a causar que alguien salga lastimado. Y siempre alguien puede ser perjudicado por las cosas por las que sentimos que debemos luchar. Entonces entro en un combate interno, alejarme, rendirme calladamente; o seguir luchando hasta el final. Porque toda parte de mí me inclina a no rendirme y pelear por lo que busco, pero me aterra tanto la idea de perjudicar a alguien que no puedo hacerlo, y es una fuerza que se acumula y acumula dentro mío sin que nunca sea liberada. Y no hace bien. No hay forma de que lo haga... así es como de alguna forma me he creado dos reglas que no quiero romper, pero muchas veces se presentan opuestas entre sí, y termino quedando en la inacción para no traicionar mis principios.
Y siempre se suman más y más cosas. Y es que si bien la idea de nunca rendirse me llena por completo representa mi interior a la perfección (no, no existe la perfección); el no rendirse y luchar siempre aunque creas que no hay chances de ganar termina por generar numerosas derrotas. Y ya he perdido en muchas ocasiones, y en muy pocas he triunfado... y cansa, y no sé qué tantas derrotas más pueda vivir, no sé si hay un límite para la cantidad de veces que pueda levantarme del suelo y seguir adelante. No sé si lo hay, pero a veces siento que no sólo lo hay, sino que lo estoy rozando, que estoy jugando con ese límite y provocándolo.
Y entonces sólo quiero alejarme de todo (¿realmente lo quiero?), permanecer solo en algún lugar lejano sin necesitar de nada ni nadie ajeno. Quienes necesitan a otros son débiles, y si no recurro a nadie por defecto voy a ser fuerte. Me auto convenzo, y me hablo a mí mismo que es todo un caos, una mierda, que debo alejarme de todas esas cosas porque siempre terminan produciendo más mal que bien... pero no lo logro. Me es imposible (nada es imposible) realmente ser así. Puedo decirme "no quiero esto"; pero no puedo dejar de quererlo de todas formas... Y uno siente que realmente no tiene mucho control sobre sí mismo. Siente que es más que nada hablar y pensar y tratar de contradecirse cuando sólo es arrastrado por deseos y sentimientos incontrolables.
Y ya no quiero sentir ni querer. Pero quiero y siento. Y entonces intento de alguna forma retorcida reconciliarme con todo esto que tanto me disgusta, esta falta de control... trato de descubrir cómo amoldarme y convivir con todo esto de mí mismo. Por momentos siento que lo logro, pero en un segundo todo se cae.
Y siempre se suman más y más cosas. Y es que si bien la idea de nunca rendirse me llena por completo representa mi interior a la perfección (no, no existe la perfección); el no rendirse y luchar siempre aunque creas que no hay chances de ganar termina por generar numerosas derrotas. Y ya he perdido en muchas ocasiones, y en muy pocas he triunfado... y cansa, y no sé qué tantas derrotas más pueda vivir, no sé si hay un límite para la cantidad de veces que pueda levantarme del suelo y seguir adelante. No sé si lo hay, pero a veces siento que no sólo lo hay, sino que lo estoy rozando, que estoy jugando con ese límite y provocándolo.
Y entonces sólo quiero alejarme de todo (¿realmente lo quiero?), permanecer solo en algún lugar lejano sin necesitar de nada ni nadie ajeno. Quienes necesitan a otros son débiles, y si no recurro a nadie por defecto voy a ser fuerte. Me auto convenzo, y me hablo a mí mismo que es todo un caos, una mierda, que debo alejarme de todas esas cosas porque siempre terminan produciendo más mal que bien... pero no lo logro. Me es imposible (nada es imposible) realmente ser así. Puedo decirme "no quiero esto"; pero no puedo dejar de quererlo de todas formas... Y uno siente que realmente no tiene mucho control sobre sí mismo. Siente que es más que nada hablar y pensar y tratar de contradecirse cuando sólo es arrastrado por deseos y sentimientos incontrolables.
Y ya no quiero sentir ni querer. Pero quiero y siento. Y entonces intento de alguna forma retorcida reconciliarme con todo esto que tanto me disgusta, esta falta de control... trato de descubrir cómo amoldarme y convivir con todo esto de mí mismo. Por momentos siento que lo logro, pero en un segundo todo se cae.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)