Qué mal, pasó Navidad y no dije nada al respecto. Supongo que debe ser porque realmente no tenía nada al respecto que decir. Bastante poco me importa la navidad, usada como excusa para atragantarse de comida, gastar plata en explosiones efímeras, y para muchos juntarse con toda esa gente que detestamos ver.
Lejos quedaron las épocas de la niñez donde una cierta magia rodeaba a esta fiesta, donde todo era genial y divertido, y había una especie de adrenalina. Y los regalos, y los fuegos artificiales, y la comida. Todo eso desapareció. La navidad en sí me importa bien poco, está llena de tradiciones que te encadenan a pasarla de forma aburrida, y no me gustan, pero no tengo muchas otras opciones de momento.
Pero bueno, la verdad es que no quería hablar de eso. Desde la última vez que escribí muchas cosas han pasado. Estoy apunto de experimentar algo que viene a ser casi como un cambio completo de vida. Cambio de trabajo, posiblemente acompañado dentro de no mucho por cambio de hogar, y algunos otros cambios que también espero. Tengo miedo, obviamente, porque estaba acostumbrado a cómo eran las cosas ahora, sabía bien como desenvolverme y qué esperar de lo que me rodeaba. Ahora muchas cosas van a ser nuevas y me sentí reacio a eso. Pero la costumbre es un enemigo letal que hay que lograr vencer o jamás progresaremos.
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