Al sonar la música de mi celular que actúa como despertador sentí como si resucitara. Nunca antes el cambio entre dormir y despertar fue tan abrupto. Sentí un alivio inmenso.
No recuerdo en lo absoluto qué soñé, sólo qué es lo que sentía. Me sentía total y completamente derrotado, resignado, sin nada que hacer. Débil y atrapado, incapaz de hacer nada. Estaba en un mundo gris y derrumbado donde ya nada tenía sentido. Daba lo mismo vivir o morir, no importaba nada. Y no podía moverme, apenas si podía pensar.
Y al despertar el alivio fue gigantesco, el darse cuenta de que ese lugar donde estaba no era real. Porque por todo el tiempo que estuve allí, que se sintió como si fueran años, mi vida como la conozco no existía en lo absoluto.
Pero desperté.
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