Hoy llovió. Tuve un día de gotas cayendo, resbalando por las ventanas frente a mí, de cielos nublados, y del tranquilizante sonido del agua golpeando todo a un ritmo perfecto. Fue un día fresco debido a esto, pero no como para llegar al frío, sólo fresco, agradable. También estuvo poblado de risas, sonrisas, y de tazas de chocolate caliente. Y tuvo además otros elementos que contribuyeron, como el aliento a tarta de roquefort que me descubrí a la noche.
Es increíble el efecto que la lluvia tiene sobre mí. Me tranquiliza, me serena. Evacúa de mi mente todo pensamiento perturbador y me permite, si bien no vaciar mi mente, concentrarme sólo en el agua cayendo. El sonido, el aroma inconfundible en el aire, las nubes. Me invita a reflexionar y me deja ver cosas que normalmente no veo.
Ahora mismo acabo de abrir las ventanas, porque sabía que llovía afuera, pero no podía escuchar lo suficientemente fuerte el sonido.
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