Ayer mientras deambulaba por la calle Corrientes me di cuenta de algo. Fue algo que me pareció simplemente genial en ese momento de revelación. Cada vez que entraba en una librería, perdía total consciencia de dónde es que estaba yo realmente, de cualquier pesar que me aquejara, y era simplemente consciente sólo de todos esos libros que estaban al alcance de mi mano. Tantas palabras, tantas imágenes, tanta información, tanta riqueza. Me superaba por completo, me sentía overwhelmed.
Es bastante remarcable que yo estaba dirigiéndome apurado a la parada del colectivo para volver a mi casa, porque me sentía bastante mal. Tenía un intenso dolor de estómago. Pero de todas formas paraba y entraba en todas las librerías, y el dolor desaparecía. Por supuesto que volvía cuando salía, pero mientras estaba dentro nada me perturbaba.
Ahh... que lástima, la primer versión de este post estaba quedando mucho mejor... pero mientras la escribía, se cortó la luz.
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