Estos últimos días todo parece ocurrir dentro de un remolino, un dejo de caos, una apariencia de descontrol. Como si realmente nada estuviera en mis manos. En parte me gusta sentir que no tengo poder, porque implica no tomar decisiones, y por otra parte me aterra estar atrapado momentáneamente (¿momentáneamente?) en un flujo que no puedo controlar.
Hay pequeños momentos en los que no estoy haciendo nada y tengo tiempo de pensar bastante, y ellos son los peores de todo. No me gustan del todo los pensamientos de mi mente, y no estoy del todo seguro de qué camino seguir en general. Parecen haber tantas posibilidades, y visto así sonrio, porque tengo muchos caminos, pero a la hora de tomar uno todos parecen menos atractivos.
En fin. Voy a escuchar un poco de música para esto.
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