Hace ya varios meses alguien me había recomendado que leyera Sangre y Oro, de Anne Rice. En ese momento busqué el libro por toda librería que conociera, y no lo encontré. Eventualmente dejé de buscarlo, y hasta me olvidé que quería leerlo.
Alrededor de un mes atrás, vagabundeando por un local de musimundo, tratando de buscar algo en que gastarme una orden de compra, vi el libro. La primera reacción fue "uh, qué grueso", y la segunda fue comprarlo. Empecé a leerlo de a poquito, con un poco de miedo a tener que haber leído algún libro antes (ya que es el octavo de la saga, y yo sólo había leído el primero). Cuando finalmente la misma persona que me lo recomendó me aseguró que podía leerlo tranquilo, me lo devoré. El libro tenía unas setescientas páginas aproximadamente. Lo liquidé en una semana. Más que nada leyéndolo en el tren, de viaje al trabajo o de vuelta.
Está de más decir que me encantó, ya que terminar un libro tan grande tan rápido sólo se da si me atrapa. Resultó que casualmente lo estaba leyendo en la etapa exacta en la que más significado le iba a encontrar. Entre las páginas encontré reflejadas montones de cosas con las que me sentí identificado. Situaciones, pensamientos, sentimientos, relaciones, etc. Era tan humano todo, y algunas de estas cosas tan recientes. Se puede decir que encontré una buena cantidad de mi, reflejado en la vida de un vampiro. Me hizo bien. En cierta forma me hizo sentir menos solo, como que es algo que pasa, y como que mis pensamientos, por más caóticos e ilógicos que parezcan por momentos, no sólo se me han ocurrido a mí.
Aunque me parece tal vez un poco extraño que se me haga más fácil sentirme reflejado en un vampiro de ficción, que en cualquier persona real que conozca.
Por otra parte, siguiendo con mi inusual orden de lectura de la saga, ahora empecé con el segundo libro, Lestat.
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