martes, 25 de diciembre de 2012

La musique

 Una mañana me desperté, pero al acercarme a la pc, me encontré con que mis parlantes habían fallecido durante la noche. Intenté reanimarlos, pero fue en vano. Dieron una última lucecita de vida, y se apagaron para siempre. Se convirtieron en dos lápidas a los lados del monitor. Esto pasó en un momento en particular en donde mi fluidez económica no me permitía simplemente decir "fuck it" y comprar un reemplazo inmediatamente. Así fue como estuve varios días sin los parlantes. Y el silencio absoluto de todo lo que hacía, la falta de música, de rainymood, de voces; se fue acumulando hasta hacerse insoportable.

 Por suerte, ahora tengo otros parlantes ya, de parte de una amiga que se copó y me los dio porque ya no los usaba. Pero me dí cuenta de lo mucho que significa el sonido para mí. La música. Lo mucho que me calma, que me inspira. Lo mucho que me produce. Ahora mismo estoy escuchando música, mientras escucho las gotas de lluvia golpear contra mi ventana, y siento cómo se parten y algún fragmento de gota llega hasta mí. Es un momento perfecto.




martes, 18 de diciembre de 2012

El mundo de los dieciocho soles

  Estaba yo en una estación de tren. Se da una situación en que una persona pide desesperadamente algo, y yo siento que me gustaría ayudarlo. Como no tengo lo que pide, le ofrezco un alicate. Él me da diez pesos a cambio, pero hasta donde sé el intercambio no es permanente, sólo se lo estoy prestando. Entonces cuando esta persona se mete al tren, y parece que va a salir, yo lo sigo. Me meto rápidamente con la intención de recuperar mi alicate y salir antes de que arranque el tren. Pero una vez dentro, el tren arranca. El hombre no me lo quería devolver, diciendo que lo necesitaba, pero por su expresión podía saber que mentía. Luego dijo que al bajar me lo devolvería, pero al ver que se posicionaba primero y pegado a la puerta supe que iba a intentar correr ni bien se abra. Para entonces ya no estábamos en un tren, sino en un micro. Hablé con el chofer y le dije de la situación. El chofer entonces obligó al hombre a devolverme el alicate. El hombre abrió una caja roja con forma de corazón y un moño de regalo, y dentro estaba mi alicate. Me lo entregó, y le di los diez pesos. Se abrió la puerta y bajé. El hombre bajó unos momentos luego.

  Me crucé una mujer al caminar, muy hermosa, pero por algún motivo sospeché que estaba con el tipo del tren, asi que la ignoré. Seguí caminando, y estaba este hombre siguiéndome, con intenciones de robarme el alicate. Era de noche, y pasé caminando por una zona de parque grande, como un descampado. Había pasto y algunas plantas. Una construcción a oscuras delante mío. El tipo que me seguía se acercó, pero entonces los dos nos quedamos mirando hacia el cielo. Había 18 soles en el cielo. De todos tamaños y colores. Se podían ver millones de pequeñas estrellas en algunas secciones del cielo, y nebulosas entre ellas (al verlo, me recordaba a un cuadro de Van Gogh, pero en movimiento). La vista era perfecta. La "noche" no era totalmente oscura, había siempre algo de luz debido a los 18 soles que se iban turnando para iluminar el planeta. Dije "Es hermoso" en voz alta, y el hombre asintió. Escuché un sonido, era la mujer de antes que también me había seguido. Algo empezó a pasar, no sé bien qué, pero era peligroso, ella tropezó y se golpeó la cabeza. No se levantaba. El hombre y yo estábamos corriendo, huyendo del lugar. Vi que unas criaturas extrañas envueltas en trapos empezaron a aparecer cerca de la mujer, volví para agarrarla, pero las criaturas dijeron algo como que podían curarla, lo decían en un idioma extraño que era mezcla de inglés con ruidos y gemidos indescriptibles, pero yo pude entenderlo. Les contesté preguntando si realmente podían, dijeron que sí. Me inspiraron mucha confianza por algún motivo y la dejé a su cuidado. Sabía que la iba a volver a ver luego. Corrimos hasta la casa del hombre este. Al entrar había una escalera de caracol extraña. Todos los escalones eran giratorios y amarillos, y parecía peligroso y difícil de subir. Mientras entrábamos le pregunté si acá alguna vez era totalmente de noche, o hacía frío por completo, y él me contestó sonriendo que no. Entramos en la casa.