lunes, 18 de mayo de 2015

Shattered

Desde que recuerdo que la idea de ir a un recital a ver a una banda no me resultaba del todo convincente. Para mi era escuchar la música que me gustaba, con un sonido de calidad dudosa (ya que como mucho, sonaba tan bien como el mp3, raramente mejor), y rodeado de un montón de gente. Blergh, gente. Todo esto encima pagando un precio sumamente exagerado. En mi mente era pensar que la podía pasar mejor sentado en mi casa en un sillón, escuchando tranquilamente el tema, y tomando algo. Y por supuesto, sin costo alguno.

Y creo que recientemente quizá entendí lo que despierta un recital en algunas personas. Fui a ver a Lindsey Stirling. De pura casualidad, cabe clarar, porque si las circunstancias no me empujaban a eso ni siquiera lo consideraba. Pero el punto es que lo hice. Estaba emocionado en cierta forma, supongo, porque realmente me gusta su música, y me gusta ella en sí; pero aún así no lo consideraba algo particularmente especial. Sí, era una situación fuera de lo común, era un experimentar algo, una experiencia de forma diferente. Pero no le daba mayor relevancia.

Lo sentí así incluso durante gran parte del recital. Pero de a poco me fui sintiendo más en conexión con ella. Cosas que fue contando, escucharla hablarle al público en vivo; y finalmente cuando explicó el sentido que tenía para ella mi tema favorito: Shatter Me. Fue algo que me tocó mucho, y cuando inmediatamente hizo Shatter Me, el verlo de esa nueva perspectiva, sabiendo lo que significaba para ella, y el tenerla ahí mismo exponiendo todo eso ante el mundo, ante mí, fue demasiado. Me alcanzó bien profundamente y de forma inesperada, y solté una lágrima.

Fue hermoso.


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