jueves, 1 de julio de 2010

Un tropiezo por la mañana

Cuando me levanté esta mañana, y como un autómata cumplí con mi rutina diaria de día de semana temprano, algo me rompió el esquema rutinario. Mientras iba caminando robóticamente hasta la parada donde espero el colectivo, fui atropellado. Por un cachorrito. Era una cosita diminuta que estaba sentadita con los ojitos semicerrados en la entrada de una casa por las que pasaba. Se me acercó veloz pero torpemente, y me olfateó. Y no tuve más remedio que detenerme, arrodillarme y acariciarlo un rato. Y medio metro adelante mío había una chica arrodillada, que al pasar, pude ver que había sido atropellada por otro cachorrito similar, y estaba mimándolo.




Fue un pequeño (pero peludito) quiebre en mi rutina diaria que me hizo empezar el día con un aire bastante más positivo del usual. Creo que afectó cómo vi el resto del día, pese a que la vida se apresuró a recordarme que además de cachorritos, también hay cosas feas en el mundo.

No hay comentarios: